Un título que inspira ternura y respeto. La historia de esta película se basa en el brutal atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) con un carro bomba que dejó 85 muertos el 18 de julio de 1994. Así, Marcos Carnevale, su director, productor y guionista de procedencia argentina, llega a nosotros en el 2009 con Anita quien tiene el Síndrome de Down y es representada por Alejandra Manzo, una actriz natural de 36 años. Conmueve esta historia en la que su protagonista vive cómodamente atendida por su madre hasta que una explosión cambia todo su entorno y se ve obligada a caminar sin rumbo por las calles de su ciudad. Primero ingresa a un hospital donde recibe los primeros auxilios y luego continúa su deambular hasta que encuentra personas que finalmente se compadecen de su situación pues no entiende qué ha pasado, desconoce su dirección, el nombre de su mamá y sólo quiere alimento y que las agujas del reloj se unan en la parte superior para que ésta llegue. Un fotógrafo desempleado, alcohólico y con deudas pendientes es su primer ayudante. Difícil asumir este cargo pues como él mismo lo dice “Vos te caíste de la escalera y yo me caí de la vida”, y la abandona en un bus en una de sus salidas. Luego y después de mucho insistir frente a una tienda de comidas de una familia de coreanos, logra un refugio provisional y allí encuentra alimento y dónde dormir. Finalmente llega a la casa de una mujer que vive sola y tras algunas dificultades por entender su situación, es aceptada y tratada con cariño. A estas alturas de la película, su madre ha muerto, víctima del atentado, y su hermano ya no busca a Anita pues las pesquisas sobre su paradero han sido en vano. Sin embargo, en la televisión aparecen los rostros de los desaparecidos con sus nombres y el fotógrafo da la primera pista para iniciar su búsqueda. Finalmente es encontrada por su hermano, quien debe enfrentar la situación de hacerse cargo de ella y de contarle la muerte de su madre.
Sorprende en esta película el valor de la solidaridad. Vemos cómo los tres personajes que encuentra Anita en su transitar, le ayudan a su manera y logran salvarla de los peligros que la rodean durante el mayor ataque terrorista de la historia argentina. Con tonos claroscuro se marcan estos ambientes que aumentan o disminuyen de intensidad y que muestran un fuerte contraste con la vida cómoda que llevaba Anita al lado de su madre. Sin embargo, son ambientes que la protegen y están lejos de las autoridades e instituciones gubernamentales que sí generan una terrible desconfianza en los ciudadanos. Así mismo, la cámara enfoca planos aéreos interesantes y hace tomas a los pequeños pasos de Anita en ese mundo extraño y desconocido donde encuentra solidaridad y egoísmo. Captamos también la visión de un niño especial que asume la vida sin temores, con capacidad de adaptarse a diversas circunstancias y con un gusto infinito por la cercanía de sus semejantes, su amor y su comprensión. Es una película que plantea la universalidad de nuestro mundo donde todos los que vivimos en él debemos aceptarnos, sin dar cabida a hechos tan terribles como el que aquí se revive. Es preciso entonces evitar que “el hombre siga matando al hombre” en pleno siglo XXI. De ahí el inmenso valor que se le da a la bondad, a la caridad y a la generosidad, fundamentales en el ser humano. Fue declarada una película de interés social por su contenido humano y porque hace un llamado a la aceptación e integración de las personas con discapacidad.