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jueves, 8 de noviembre de 2012

EL SEÑOR IBRAHIM Y LAS FLORES DEL CORÁN


“Hay textos que se llevan tan naturalmente dentro de uno mismo que ni siquiera nos damos cuenta de su importancia. Se escriben como se respira. Se expiran, más que componerlos” 
Eric-Emmanuel Schmitt 




Una obra de arte, como una fábula llena de enseñanzas que transmite una verdadera educación para la vida, es el contenido de esta película. Reivindica por completo el tema de la conversación y destaca cómo a través de ella se aprende a vivir. Todo un homenaje a la confianza y al respeto, al diálogo y a la tolerancia, a la fe en el otro,  a mostrar caminos y nuevas opciones para salir adelante. Sin distinción de religión, de raza, de cultura y de edad, se establece entre sus protagonistas una relación paternofilial cargada de ternura y profunda amistad. Un disfrute pleno de la sabiduría y la complicidad de la edad madura frente a la inexperiencia y los deseos de vivir de quien apenas llega a la adolescencia. 

 “Ayudar es relajante”
“Quien puede sonreír es feliz. Habla con tu sonrisa”
“Donde quiera que mires puedes encontrar la belleza”
“Si tus zapatos te lastiman, cámbiatelos. Los pies no se cambian”
 “Cuando quieras entender algo no cojas un libro, basta con que hables con alguien”
“No responder una pregunta es responder”
“Suicidarse es peor que abandonar un hijo”
“Cuando bailas tu corazón canta y se libera de la carga del equilibrio”
“Sólo lo que das es verdaderamente tuyo, lo que guardas estará perdido para siempre”
“Trabaja duro toda la vida pero siempre con calma”

¿Cómo se las arregla el señor Ibrahim para ser feliz? Este viejo musulmán y librepensador que vive de su trabajo en una tienda de víveres parisina donde nada le falta -ni siquiera el cariño de su esposa que murió hace años porque siempre la lleva consigo- encuentra el hijo que nunca tuvo y termina adoptándolo. Son los años 60 cuando descubre que Momo, un muchacho judío de solo 13 años, vive con su padre en continuas discusiones y en la más completa soledad. Ha sido abandonado por su madre y lo atormenta el recuerdo de un hermano mayor que parece tener todas las cualidades que un padre desea y de las que él carece.  Momo solo establece contacto con las prostitutas vecinas de la calle azul –quienes terminan siendo sus amigas- y con el señor Ibrahim con quien ha encontrado una nueva forma de ver el mundo a través de su relación con él. Mientras hace las compras para su sustento diario, se establece un vínculo de padre-hijo y es el señor Ibrahim quien se interesa por darle alegría a su vida y llenarla de enseñanzas. Así, después de que su verdadero padre muere en circunstancias difíciles, Momo es adoptado por el señor Ibrahim y juntos viajan por Europa donde el joven aprende muchas lecciones que quedan grabadas como enseñanzas de vida.  Descubre en cada espacio y en cada momento compartido una oportunidad para crecer y para llenar su vida de satisfacción. 

Ganadora en el año 2003 del Globo de Oro a la mejor película extranjera y al mejor actor en el Festival de Venecia, El señor Ibrahim y las flores del Corán está dirigida por Françoise Dupeyron y basada en la novela de Éric-Emmanuel Schmitt. Sorprende la actuación de sus protagonistas –Omar Shariff y Pierre Boulanger–  que con sencillez y naturalidad dan vida a estos personajes; sus diálogos llegan a lo profundo del alma, y sus inquietudes y soledades no impiden el encuentro cercano con el otro. En 94 minutos y con una fotografía estupenda nos permite ser partícipes de sentidas emociones y de un disfrute pleno de la vida. Terminamos reconciliándonos con nosotros mismos y soñando con un mundo en el que sea agradable vivir, buscando la felicidad propia y la ajena, sin hacer daño a nadie... como lo demuestra con sabiduría el Señor Ibrahim. 
  <!--[endif]-->“Abrir el Corán y encontrar una flor es una buena fórmula para no perdernos en las palabras, 
para conectar con el corazón y alejarnos de cualquier fundamentalismo 
que nos lleve en una sola dirección”.