«Es una historia durísima de venganza, con
chicos y chicas y un personaje muy diabólico que me está costando ponerme en su
piel». Almodóvar
Volvemos a Almodóvar
y esta vez con su última obra LA PIEL
QUE HABITO, nominada en este año al premio Oscar como Mejor Película
Extranjera. Ha recibido muchos premios,
entre ellos cuatro premios Goya y el Bafta británico a la mejor película
extranjera. Está basada en el argumento de la novela “Tarántula” de
Thierry Jonquet y musicalizada por Alberto Iglesias y por Concha Buika con aires
flamencos. Cuenta con una decoración especializada en las
figuras humanas de Juan Gatti, y en las esculturas de
la artista Louise Bourgeous. Almodóvar, en 117 minutos, con una excelente
fotografía y una música bien adaptada nos da una muestra de su gran amor a la
pantalla en una cinta catalogada como drama, ciencia ficción y de terror.
Transgénesis con seres humanos es la
palabra clave en esta película donde el Dr. Robert Ledgard (Antonio Banderas),
un reconocido cirujano plástico, acude a todo lo que le proporciona la terapia
celular para su experimento. Su esposa ha fallecido, víctima de un accidente
automovilístico que le destruyó toda su piel, y necesita ahora experimentar en
cómo hubiera podido salvarla. Desea crear una piel capaz de responder a las
caricias y resistente a todo tipo de agresión. Y encuentra en quien aplicar su
nueva fórmula. Es precisamente su mayor enemigo, a quien considera acaba de
asesinar a su hija, el elegido para su máxima prueba. Intenta actuar como un Dios
y sin temores éticos de ninguna clase, poco a poco va modelando en su laboratorio o sala
de operaciones a su nueva figura. Aparece entonces una nueva imagen, Vera (Elena
Anaya), quien después de un largo periodo de adaptación será la encargada de poner
a prueba la capacidad de la apariencia externa sobre los sentimientos íntimos del ser humano.
Muchas de las ilusiones de la época de Frankenstein
y de las confusiones morales y
religiosas del siglo XIX y XX, ahora son realidad. Vemos en esta película cómo
se ingresa a los caminos de Dios o se juega con la ética para intentar crear un
nuevo ser humano, después de un cambio de sexo y de la aplicación de muchas
técnicas para lograr en él la perfección. Toda una reflexión sobre el cuerpo y
una alegoría a la cirugía plástica y a los cambios que produce en ese ser que
cada día manipula a su antojo. Aparece Almodóvar con un tema diferente en el
que juega con los avances de la ciencia y sus peligros, a la vez que hace una
reproducción de las familias disfuncionales y estudia la identidad de las
personas, el dominio de su cuerpo y de su sexo. Coincide, eso sí, en el
manejo de la venganza, el deseo, la tensión psicológica, la violencia y el
travestismo presentes en sus películas.
La piel que habito, como un límite del
territorio entre lo de adentro y lo de afuera, de esa fisionomía que habla de nuestra
identidad, aparece ahora como un viaje sin retorno del que su protagonista no
puede regresar. Ha sido violentada a través de un proceso irreversible
ejecutado por su peor enemigo. El camino parece ser la destrucción, la venganza. Por fortuna, quedan aún sus sentimientos.