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domingo, 24 de noviembre de 2019

CAFARNAÚM


JUEZ: ¿Por qué has demandado a tus propios padres?
ZAIN: Por darme la vida.


Interesante, aunque muy dolorosa, es la historia contada por la directora libanesa Nadime Labaki en su película Cafarnaúm, una coproducción de tres países: Líbano, Estados Unidos y Francia. Se considera la de mayor recaudo de todos los tiempos en el Medio Oriente.  Fue nominada a los Premios Oscar 2018 como mejor película de habla no inglesa, y recibió el premio del jurado en el Festival de Cannes.

Su protagonista Zain es un niño, cuya edad se calcula de 12 años ya que no tiene identificación y vive con su familia en una situación de extrema pobreza. Son habitantes de un barrio marginal de Beirut donde sus padres solo tienen tiempo para hacer hijos, sin la mínima atención hacia ellos y total descuido de sus necesidades básicas. Desde la cárcel, donde paga una condena de cinco años por haber apuñalado a un hombre, Zain les entabla una demanda ante un tribunal internacional por haberle dado la vida. De inmediato vuelven atrás las escenas dolorosas, en las que domina su deambular por las calles en busca de sustento, la relación cercana con su hermana de 13 años que será vendida por sus padres a un vividor, los golpes constantes, la relación caótica con ellos, y la venta de droga a cambio de dinero que camufla en la ropa para traspasar las puertas de la cárcel, a donde llegará finalmente, acusado de su crimen. Sin embargo, en este duro transitar, conoce a Rahil, una mujer etíope que pasa dificultades trabajando indocumentada y madre de un bebé que muchas veces camufla en su morral para poder cumplir con su jornada. Con ellos, Zain parece encontrar el hogar que nunca tuvo y desarrollará su creatividad y su ingenio para enfrentar infinidad de obstáculos y desgracias.

Se plantea aquí el grave problema de los migrantes, desplazados y refugiados de todo el mundo, rodeados de extrema pobreza e ignorancia. Una ignorancia que vemos en padres completamente irresponsables que traen hijos al mundo, a engrosar las filas de la miseria, el abandono y la injusticia. Como carecen de lo básico para sobrevivir, fácilmente llegan al mercado descomunal del narcotráfico, la prostitución y la saturación de las cárceles, porque la pobreza es un negocio que favorece la inequidad o la desigual distribución de la riqueza en el mundo. Una experiencia dura para quienes asistimos a su puesta en escena, pero, a la vez, una película que nos conmovió no solo por la actuación maravillosa de este pequeño, sino también por su capacidad de supervivencia y la habilidad para enfrentar tanta maldad con un tinte de esperanza y un asomo de fe en la condición humana.