Difícil entender cómo una mujer
canta mientras es golpeada sin consideración en un calabozo y soporta su encierro con estoicismo y dignidad. Más incomprensible
es saber que calla todo el dolor que lleva encerrado en su pecho, hasta el
punto de llegar al mutismo completo. Percibimos entonces en esa persona un silencio
profundo que nos llevará a descubrir su secreto tan impenetrable, tan guardado,
tan suyo.
Nawal Marwan es el nombre de la protagonista
libanesa, madre de Jeanne y de Simon. Una inmigrante que, tras superar años de
dolor y de un pasado tormentoso, muere dejándole a sus hijos gemelos la misión
de descubrir a un padre que creían muerto, y a un hermano, que ignoraban tener.
Será una dura tarea para estos muchachos quienes desconocen el pasado de Nawal que
siendo muy joven tuvo que vivir la muerte del padre de su hijo de manos de su
propio hermano, por no pertenecer a su misma religión, y dejar a esta pequeña
criatura en manos del infortunio. Antes de abandonarlo, su abuela lo marca con tres
puntitos negros en su talón derecho, con la esperanza de que Nawal pueda encontrarlo
en un futuro. Abandona entonces su pueblo e inicia una vida colmada de
adversidades que la llevarán de momentos plenos a instantes saturados de dolor
y de miseria. Así, tanto para la protagonista como para el espectador, será muy
impactante el desenvolvimiento de los hechos y sobre todo el final de la trama.
Los hechos narrados transcurren en dos tiempos que se van intercalando
constantemente: uno en Canadá en el año 2009 y otro en Medio Oriente, desde el
año 1970 y durante la Guerra Civil del Líbano, hasta la actualidad.
Una película del cineasta
quebequés Denis Villeneuve, que en el año 2010 fue nominada al premio Oscar
como Mejor Película Extranjera y a los premios BAFTA como Mejor Película de
Habla no Inglesa. Ganadora del Festival de Toronto a Mejor Película Canadiense
y del Festival de Valladolid a Mejor Guión, Premio del Público y Premio de la
Juventud. Una dura crítica a la situación política y social del Medio Oriente, al
horror que produce la guerra en una persona, a las dificultades entre las comunidades
cristianas y musulmanas, combinada con una fuerza dramática que muchas veces le
quita verosimilitud a la sucesión de los hechos.
“Un destino trágico marcado a
fuego por la guerra y el odio”.