“¿Qué daño hace dejar que viva
su fantasía un par de días más?”
“Por lo general, una persona tiene que morir antes de que los
buitres comiencen a dar vueltas”.
David Grant
Un viaje a
la memoria es el tema de esta película de generoso aliento poético que describe
un viaje hacia el fondo del ser humano, hacia el pasado, con una carga fuerte
de compasión y de nostalgia por la vida. Woody Grant (Bruce Dern) que
caracteriza a un anciano alcohólico, huraño y casi demente, desea ir a Nebraska
donde cree que se ha ganado un premio y contra la voluntad de toda su familia
que le advierte del engaño, emprende su aventura. Por fortuna, uno de sus hijos
considera que se puede dar esta oportunidad para conocer a su padre y lo
acompaña. Pasarán por el pueblo natal de Woody donde éste hace
llegar la falsa noticia y surgen encuentros con sus habitantes llenos
de sorpresas y dificultades. Al final del viaje es David Grant (Will Forte), su hijo
menor, quien se convierte en su redentor y le hace vivir su más grande sueño.
A pesar del deterioro cultural y neurológico que vemos en el
protagonista de esta película y de la actitud de su esposa –una persona fuerte
y primaria-, encontramos a los hijos (especialmente el menor) deseosos de
restablecer un diálogo, de darle sentido a los deseos de su padre y de apoyarlo
en la idea de emprender su fantasía. Así, ante la realidad aplastante que los
incomunica, se encuentra la máscara que ayuda al padre a realizar su sueño, llevándolo a mostrar su valentía y todas sus capacidades. Van tras el millón de dólares,
una hazaña que parece quijotesca, pero que los pone a puertas de su mayor logro, la recuperación de la unión familiar. Muchas
dificultades tienen que vivir en medio del choque intergeneracional y del
cambio frecuente de estados de ánimo, hasta que se descubre que es la adversidad la que
los une. También advierte cómo engaña la publicidad y cómo caen los más
vulnerables ante sus atractivos. Muy propio de la cultura americana en la que
prima el poder del dinero y el consumismo.
Se presenta
en blanco y negro, una forma ideal de ponerse a tono con el pasado y de
acentuar el efecto del paisaje. Es otoño y la luz que refleja es un personaje
más; es el ocaso, la melancolía, la soledad y proximidad de la oscuridad. La música
country de Mark Orton atrae y acompaña este viaje por carretera o road movie en el que hay una buena carga
de humor, manejado con sencillez y realismo. Muy valioso el trabajo de su director
y guionista, Alexander Payne, que le valió la nominación en el 2013 a cinco
premios Oscar, entre ellos a Mejor Película, y la Palma de Oro en el Festival de
Cannes, por mejor actor.