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COMPARTIR LOS COMENTARIOS Y OBSERVACIONES QUE HACEMOS DE LAS PELÍCULAS QUE DISFRUTAMOS EN NUESTRO TIEMPO LIBRE. GENERALMENTE TIENEN COMO TEMA CENTRAL A LA MUJER Y BUSCAMOS UN TIPO DE CINE QUE NOS PERMITA ACERCARNOS AL SER HUMANO CON PRUDENCIA Y LEALTAD.



sábado, 9 de julio de 2016

UNA PASTELERÍA EN TOKIO

“Sigo pintando y haciendo películas sobre la condición humana porque creo en la dimensión espiritual del cine. Pienso que el cine es otra vida, y lo que no puedes hacer en la vida real lo puedes hacer rodando. Eso es en lo que creo”. Naomi Kawase



Un diálogo entre el otoño y la melancolía, entre la juventud y la vejez, entre la vida y la muerte. ¿Cómo no aceptar la carga de una enfermedad si se tienen las alas dispuestas a volar? ¿Cómo no salir adelante, a pesar de las dificultades, si se poseen los conocimientos y las herramientas para emprender una nueva ruta? ¿Cómo no crecer cuando alrededor está la naturaleza regalando continuamente múltiples enseñanzas? Una bella producción que hace énfasis en el valor de la sencillez. Una película que toma como modelo las cosas simples y las convierte en hechos maravillosos llenos de humanidad y de emoción. La naturaleza aparece rodeándolo todo y son los cerezos en flor los que entablan diálogos con la protagonista, al igual que la luna y los pájaros. Sin olvidar, su entrañable relación con los fríjoles rojos o judías que son los que le regalan su mayor arte, la paciencia.

Un regalo de enseñanzas nos deja este drama japonés del año 2015, dirigido por Naomi Kawase y basado en el libro del mismo nombre, de Durian Sukegawa. En él, Sentaro (Masatoshi Nagase), empleado de una pastelería, prepara los dorayakis o pasteles rellenos de frijol rojo. Necesita un ayudante y allí acude Tokue (Kirin Kiki), una anciana deseosa de trabajar y mejorar la preparación de estos dulces, sin ser aceptada. Pero, cuál no sería la sorpresa de Sentaro al probar lo que las manos de esta mujer pueden fabricar. Cambia entonces de opinión y la transformación de su negocio es total ya que mejora la producción, las ventas son exitosas y al lado de Tokue, el aprendizaje de esta receta se convierte en un ritual que lo cautiva por completo. Con ellos, aparece siempre Wakana, una estudiante que recibe los pasteles defectuosos para solventar sus problemas económicos. Los tres son personas solitarias, alejados de la sociedad y con dificultades diferentes, pero con el paso del tiempo crearán lazos tan estrechos que ayudarán a que cada uno encuentre la oportunidad que le dará sentido a su vida. Serán confidentes de sus heridas y podrán sanarlas mediante la aceptación mutua y la apertura de sus corazones.

“He hablado con las judías (semillas con las que se prepara el dulce de los pastelillos), he escuchado su voz, he visto el camino que recorrieron antes de llegar a la tienda: el sol que las abrazó, el agua que las regó. He visto cómo crecieron y cómo ahora están acá. La cocina es el arte de escuchar”. Tokue