“La modestia crece en proporción a la superioridad” es la
frase que nos invita a reflexionar sobre esta película, de carácter tenso y con
un final difícil de pronosticar. Aparece en ella el típico científico metódico
que espera mucho tiempo para ganarse el premio de la Academia de Artes y Ciencias
de Israel. Así, después de 30 años, Eliezer Shkolnik (Shlomo
Bar-Aba) recibe
la noticia y, aturdido por la carga de
conciencia, va a recibir una distinción no es para
él. El jurado ha llamado a su hijo Uriel Shkolnik
(Lior Ashkenazi) y le ha confesado que por un error
involuntario, se ha elegido a su padre para recibir un premio que pertenece a
él. Deberá entonces decirle la verdad, confesión a la que éste se niega y
desata toda una serie de reacciones en el grupo de científicos, en la familia y
en los mismos protagonistas.
“Hay cosas
más importantes que la verdad, como la familia”
Esta frase habla del verdadero sentido de lo justo.
Detrás de los logros científicos e intelectuales se da una relación padre e
hijo, que en la cultura patriarcal adquiere toda su importancia. Y es el hijo
el que sacrifica su valor y reconocimiento, y permite ser excluido del galardón,
para no dañar la imagen de su padre y evitarle un desengaño. Esto significa una
amenaza para su futuro como investigador universitario, pero lo acepta aun
sabiendo que su padre no le reconoce su esfuerzo y considera su obra frívola y carente
de valor. Es además un hombre neurótico, pedante, egocéntrico y rencoroso. La
competencia y la rivalidad dominan su mundo patriarcal que se ha quedado
anquilosado en el tiempo y su nombre solo ha recibido una nota de pie de página
en un reconocido libro de Grossman. El hijo, por su parte, ha tenido más éxito
en la publicación de libros y aunque es igualmente estudioso del Talmud (la obra que recoge y preserva la tradición oral del
judaísmo) como su
padre, demuestra un acercamiento más moderno y más próximo a las nuevas
generaciones. Ha sabido ganarse su apoyo, encontrar un diálogo franco con el
mundo exterior y, a la vez, conservar el respeto y la devoción hacia su padre,
independiente de su respuesta. Ambos, se encuentran en la intelectualidad y
ambos renuncian a ese hallazgo en el otro.
“No tengo idea
de quién es este hombre. Y es mi padre”.
Pie de
página fue
nominada al Oscar como mejor película extranjera en el mes febrero de este año
y ha obtenido muchos premios entre ellos el Festival de Cannes al mejor guión y
el premio de la Academia Israelí a la mejor película, dirección y actuación. Su
director, Joseph Cedar, un neoyorkino que se radicó desde niño en la cultura
judía, la cataloga como una tragedia envuelta en elementos cómicos. Con
una música, un guión y una interpretación de la mejor calidad, nos muestra en
113 minutos el conflicto entre dos generaciones diferentes, padres e hijos. Un
encuentro que siempre resulta difícil de sobrellevar, pero valioso porque en él
está la esencia del Talmud. La discusión debe darse y con ella se espera
agudizar las diferencias y las discusiones.
“Hace falta el conflicto
intergeneracional para que el mundo se mueva”.
“Algo que descubrí en el proceso de la
película es que las cosas
buenas nacen cuando se permite revelar
equivocaciones.
Porque, para el padre, el peor enemigo
es la equivocación y
para el hijo es lo contrario.
Su ideología es que de
los errores surgen cosas buenas”.
Joseph Cedar