“La fe y el empeño en una misma mujer” salvan a
quien pudo soportar uno de los golpes más grandes de la vida como es la pérdida
de un hijo. Filomena, una joven irlandesa que está embarazada, es castigada por sus padres y llevada a un convento
donde trabaja como lavandera y da a luz a su hijo a los 14 años. Allí las
monjas que la maltratan le permiten verlo una hora al día durante tres años, al
cabo de los cuales es entregado en adopción a una pareja extranjera y sacado
del convento y del país sin poder hacer nada, salvo llorar. Y pasan 50 años sin
detener el pensamiento en ese hijo ausente que no logra hallar, hasta que rompe
su silencio y consigue a un periodista capaz de emprender la tarea de encontrarlo. Juntos inician esta búsqueda que los llevará
a otro continente buscando la verdad y la justicia y sobre todo que mostrará la
calidad de esta noble mujer. Muchos apelativos bastarán para calificarla,
reconociendo eso sí que tiene tan insertada la culpa que acepta este castigo para purgar su pena. Sin embargo, es alegre, tiene una buena relación con
su otra hija, no juzga, perdona y acepta la reconciliación, le gusta el sexo y se
adapta fácilmente a las variadas circunstancias que le ha tocado vivir. Esta
historia termina nuevamente en el convento donde Filomena se enfrenta a una de
las monjas que le arrebató a su hijo.
“No sabemos lo que no sabemos”
“Por estar en primera clase no quiere decir que somos de primera clase”
FILOMENA está basada en el libro “El hijo
perdido de Filomena Lee” cuyo autor es Martin Sixsmith. En él se describen los hechos
reales que, de manera magistral, protagoniza Yudy Dench acompañada de Steve
Coogan quien es su alter ego, el periodista equilibrado que al final podrá
contradecir a su compañera exclamando: “No perdono”. Un drama que cuestiona a la
religión católica a todo nivel y muestra a la iglesia como esa institución que
todo lo domina y que aún permanece atada a muchos cánones de la Edad Media. Busca
también respuestas a la intolerancia social y moral de una época de la
historia. En 98 minutos, su director Stephen Frears convierte esta película inglesa del 2013 y nominada a cuatro premios Oscar (mejor película, mejor actriz principal, mejor banda sonora y mejor guion adaptado) en una historia de perdón y olvido.