“Las piernas de las mujeres son compases que
recorren el planeta en todo sentido dándole equilibrio y armonía” Bertrand
Como en un monólogo, podemos ver al
protagonista de esta historia -Bertrand- que sin tratar de esforzarse por ser viril, logra
conquistar un buen número de mujeres a las que les permite ser felices a su
lado, así sea unas pocas horas. Esto lo escribe en su biografía dedicada a
describir sus experiencias eróticas con ellas. No busca una relación a largo
plazo ya que no le interesan las mujeres como tal, únicamente el sexo. Al
parecer solo tuvo una relación duradera de la que salió perdedor y en adelante
vive la relación con ellas de manera desaforada. La compañía femenina le es
indispensable únicamente para saciar sus necesidades sexuales y afectivas,
dándole a cada una lo que cada una quiere. Además copia el comportamiento de su
madre, del que fue víctima en su infancia cuando la veía casi desnuda exhibiéndole
sus piernas y buscando en el sexo su forma de vivir. Todo un tópico freudiano que
exhibe las teorías edípicas con un trasfondo psicológico fuerte en el que las
piernas juegan un papel importante. Así, este Casanova que conoce la debilidad
de las mujeres, descubre la manera de atraerlas con su ternura, galanteo y
creatividad. Porque nunca es agresivo y tiene una forma especial de conquistarlas
hasta ganarse su atención y su corazón. Pudiera decirse que solo ama la idea
del amor como lo demostró hasta su muerte.
¿Por qué se espera encontrar en tantas personas
lo que se podría encontrar en una sola? Es la pregunta que muchas veces nos
hacemos al enfrentarnos a estos casos de conquista múltiple o de soledad acompañada.
Vivimos una época que acabó con el ritual del enamoramiento y de la conquista
porque todo se trivializó, hasta las relaciones de pareja. Solo interesa el
sexo por el sexo y las relaciones libres entre hombres y mujeres. Es cierto que
se busca la libertad, pero también encontramos que con la premisa de “somos
libres” evitamos cualquier enamoramiento o acercamiento al temible tema del
amor. “Somos libres” marca esa libertad y esa negativa al contacto generoso con
el otro. Una película que explora las relaciones del hombre y la mujer en estos
tiempos de cambio.
L´Homme que Aimait les Femmes es
el título original de esta película, mezcla de drama, comedia y romance, dirigida
por Truffaut en 1977. Truffaut, que murió en 1984, era un hombre que amaba a las mujeres. Por algo dirigió una película con este título y por algo dijo lo siguiente:
“La mujer domina siempre la situación; domina antes, durante y
después. Y también cuando una mujer cambia de amor, su reacción es muy bonita,
porque la mujer que ha dejado de amar detesta su vida anterior, y aunque él se
tire por la ventana es igual; ya no tiene corazón, no siente nada. Si el otro
la quiere, ella hace sus maletas y se va con él. Una mujer sabe partir. El
hombre no. Tiene todavía un pie dentro, otro fuera, está preocupado, se pasea”.