“La vida sin
historias no vale nada”.
“Ni siquiera la
lluvia baila descalza”.
Una nueva forma de mirar el mundo es con la ayuda del lenguaje. Este nos
ayuda a diseñarlo, a entretejer esa realidad con las palabras y a hacer de
ellas un cúmulo de fantasías y de deseos, de verdades y de ilusiones. El poder
de la libertad nos hace sentir esa belleza, nos hace estremecer con esos
sonidos, con esa búsqueda de la armonía, de hallarle otro sentido a lo que se
vive. Porque el mundo del arte es un mundo traspasado por los sueños, por esa
riqueza tan propia del ser humano que le da la oportunidad de crear. En este
caso, una narrativa que se teje continuamente sin encontrar muchas veces esos
hilos que separan lo expresado de lo
vivido. ¿Qué es lo verosímil y
lo inverosímil? ¿Qué es lo real y lo irreal?
Este ejercicio de escribir fue el que llevó al profesor de literatura Germain (Fabrice Luchini) a la búsqueda
de un estudiante que pudiera encontrar placer en el manejo de la palabra, de
transmitir con el lenguaje una nueva forma de ver el mundo y de expresarlo.
Cansado de su tarea, encuentra al fin a un joven de 17 años, Claude Garcia (Ernst Umhauer), que se ubica en la última fila de
su salón de clases y lo deslumbra por su capacidad para escribir y transmitir
emociones con sus textos. Inicia con él un trabajo intenso de escritura
creativa que poco a poco los va llevando a terrenos prohibidos en los que el
maestro debió medir las consecuencias de sus actos y poner límites a
situaciones que el muchacho no podía transgredir. Un giro intenso da la
película y se castiga al profesor que ha permitido al joven cruzar fronteras
indeseadas, pero que a la vez ha incentivado su
creatividad y ha podido ir más allá de su mundo inmediato.
Una película cargada de ironía y con un tejido narrativo muy bien
logrado. Es inherente al ser humano saber cómo vive el otro, cómo siente y cómo
desea el otro; al mismo tiempo, organizar ese mundo y penetrar en él para saciar
esa sed morbosa de estar ahí. Eso hace el joven, un buen ejercicio de
observación que lo lleva a infiltrarse a hurtadillas en la vida del otro. Se
atreve a penetrar en la vida familiar de uno de sus compañeros y a fisgonear
cada uno de sus actos y pertenencias. Terminará entonces confundiendo la
literatura con las vivencias ajenas, y llevando al espectador a mezclar la realidad
con la imaginación del protagonista. Además de perturbar cada vez más a su
profesor con sus narraciones atrevidas, sin tener en cuenta las correcciones
que éste le hace. Al final, podemos ver a un maestro contento porque pudo dar
origen a un verdadero escritor, y así, tal vez, su sueño insatisfecho de adulto
encuentre el rumbo que él no pudo lograr. Y de paso, nos invita a seguir
mirando el mundo con ojos de creador para encontrar en lo que vemos y leemos
una forma de alentar nuestros anhelos y exorcizar nuestros temores.
El pequeño
mono me mira...
¡Quisiera
decirme
algo que se le olvida!
José Juan Tablada
François Ozon es el director de En
la casa, película francesa nominada a varios premios en el 2012 y ganadora
de la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián por mejor película y mejor
guión. Se basó en la obra El último chico de la fila, de Juan Mayorga donde
hace una crítica a maestros y estudiantes, y explora el arte de la
escritura. Está plagada de excelentes actores, variadas referencias literarias
que le dan riqueza al contenido y una rica banda sonora.