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lunes, 22 de septiembre de 2014

CELEBRACIÓN


Todo un tratado para un estudioso de la psiquiatría es esta película. En ella podemos ver una carga de conflictos psicológicos que se generan en una familia de clase acomodada, carente de valores de integración e interesada solo en las apariencias sociales. Una farsa en la que dominan las actitudes hipócritas y cínicas, sin respeto por el otro, sin diálogos sinceros e invadida de rostros fríos, ajenos a la sonrisa. Dominan las relaciones tormentosas que parecen evadirse en una capa de oscuridad que se extiende al ambiente donde no vemos claridad, ni definición en las imágenes. La única luz aparece al final donde hay un manto de verdad que puede visualizarse gracias a la presencia de la palabra y a la memoria guardada en el tiempo. Termina así un silencio custodiado por años y con valentía se despojan las máscaras de quienes han sembrado el miedo, la mentira y la violencia en esta familia. El entorno tenso, presente también en los espectadores, llega a su fin.
El padre de la familia Klingenfeldt, miembro de la alta burguesía de Dinamarca, llega a los 60 años y todos sus parientes y amigos se reúnen para celebrarlo en una de sus mansiones. Sus tres hijos también acuden y uno de ellos, Christian, aprovecha para descubrir ante todos los asistentes verdades ocultas en el seno familiar por muchos años. Impacta su empeño como hijo mayor, por dar a conocer el trato que él y Linda, su hermana gemela, recibieron de su padre cuando eran niños, igualmente los motivos que llevaron a ésta a quitarse la vida en fecha reciente. Lo hace de manera fragmentada e interrumpida a través de un brindis, en tres ocasiones durante la cena y resulta duro enfrentar al padre ante todos los invitados, pero necesita mitigar su dolor y liberarse de esta carga que lo ha mantenido alejado de la familia por años. Una película de 105 minutos, escrita y dirigida por Thomas Vinterberg y ganadora de varios premios entre ellos, el Especial del Jurado en Cannes y el de Mejor Director en Gijón en 1998. Su director danés explicaba -en esta época- la intención de hacer películas filmadas en ambientes naturales, con cámara al hombro, sin música especial, sin trucos ni filtros, y con sonido directo. Condiciones o normas estrictas que buscaban describir la realidad de manera fiel, resaltando la verdad profunda en cada relato.
 
“…. Era mucho peor cuando papá se bañaba. Más inquietante, no sé si lo recordáis, pero papá siempre estaba bañándose y siempre que lo iba a hacer nos cogía a Linda y a mí y nos llevaba con él a su despacho, porque antes de darse un baño, mi padre, corría un cerrojito, cerraba las cortinas y encendía una lamparita, entonces se quitaba la ropa y nos decía que hiciésemos lo mismo. Luego nos tumbaba en un sofá de color verde que ya no existe y nos violaba: utilizaba sexualmente a sus hijos pequeños”.