“Usted es un pedazo de carne sin voz” dice la protagonista de esta película a su marido en estado de coma que yace en el suelo con una lesión en el cuello causada por arma de fuego. Desde allí y en un monólogo silencioso, esta mujer afgana (Golshifteh Farahani) le cuenta su vida y sus infortunios en una tierra donde prima la misoginia, hay demasiada miseria y se vive la guerra. Logra llevar a sus dos hijas pequeñas donde su tía y salvarlas del hambre y de las balas enemigas, pero ella es incapaz de desligarse de su esposo. Todos los días y vestida con burka acude a visitarlo tras las cortinas de su casa destruida, le lleva suero, le reza y le cuenta sus más íntimos secretos. Frente a este héroe de la guerra que está inconsciente, ella confiesa todo la discriminación y el sometimiento del que ha sido objeto como mujer musulmana y a medida que lo hace va encontrando su liberación. También le confía sus sueños y sus deseos, entre ellos su relación con un soldado tartamudo que la posee a cambio de dinero y cómo con el correr de los días va mejorando esta apreciación. Así, su marido se convierte, según la mitología persa, en esa “piedra de la paciencia” a la que se le cuentan los sufrimientos nunca antes confesados y ella los recibe como una esponja hasta que al final explota y libera a su confidente. Algunas veces piensa que se está enloqueciendo y teme contradecir las reglas de Corán, pero actúa como Scheherezade que llega cada día con una historia que atrapa y determina su liberación. Mucho tiempo tendrá qué vivir así, en este angustiante mundo islámico, esta mujer llena de bondad y dispuesta a perdonar a su mayor verdugo que la tiene cerca y cada vez más lejos.
“Los que no saben de amor, hacen la guerra”
“Te han herido a ti, pero la que sufre soy yo”
“Me casé contigo sin ti”
“Nunca he besado a mi marido"
La piedra de la paciencia del 2012, está basada en el libro escrito por el director afgano radicado en París, Atiq Rahimi, con la colaboración del guionista Jean-Claude Carrière. Ganadora del Festival de Gijón del 2012 por la Mejor Actriz y premio del Jurado Joven. Un monólogo inquietante, valioso e intensamente pasivo que tiene como marco protector a la palabra con todo su poder calmante y liberador. Con demasiada fuerza contenida, muestra como es el trato que recibe la mujer en la cultura árabe, sin ningún canal de comunicación y completamente marginada y sometida. Sin embargo, va a la defensa de ella y la presenta fuerte, rebelde y luchadora. Excelente la actuación de su protagonista y ese crecimiento que exhibe a nivel de sensibilidad, madurez y presentación personal. Valioso el tejido visual que se da en medio de una bruma de luz y de color, muy semejante al tejido narrativo alrededor del mundo íntimo de la mujer. Una forma de llegar a niveles profundos de la sensibilidad, a través del arte.
“Me he convertido en profeta”.