“La duda puede ser un lazo tan poderoso y sostenedor como la certeza”
Nuevamente vemos a Meryl Streep protagonizando una película, otra Meryl Streep, diferente pero igualmente grandiosa. Basta con ubicarla en un colegio americano de los años 60, donde los niños permanecen internos al mando de ella como superiora de la institución –con el miedo y la disciplina como sus armas-, para imaginarla dándole a su papel una gran fuerza actoral. Allí tiene todo el poder para controlar a sus subalternos e imponer las normas, estrictas y bastante cerradas para los educandos a su cargo. Surge entonces la duda cuando el padre Flynn (Philip Saymour Hoffman) –capellán del colegio que tiene el cariño y la comprensión como sus aliados en la educación de los niños- intenta suavizar la rigidez impuesta por la hermana superiora Aloysius Beauvier y trata de ayudar a Donald, el único estudiante negro que ha sido aceptado en este colegio. Y son los comentarios de la joven hermana James (Amy Adams) sobre el trato especial que da el sacerdote a Donald los que motivan a la directora a asumir una posición de persecución sin límites hacia Flynn. Lo acusa de abusar de este alumno sobre la base de sus suposiciones, en una lucha implacable que termina por destituir al padre y finalmente envolverla a ella en un mar de dudas.
Un drama de intriga religiosa que en el 2008 adaptó el guión de la obra teatral del mismo nombre. En 104 minutos, con una escenografía casi teatral y ganadora del premio Pullitzer, John Patrick Shanley se inspira en su vida personal para dar a luz a LA DUDA ya que se educó en colegios parroquiales de los Hermanos Cristianos y Hermanas de la Caridad irlandeses y fue testigo de abusos sexuales realizados por el clero. Muestra en ella la educación en el siglo pasado cuando la rigidez impuesta en los colegios se expresaba con morbosidad y desenfreno. Difícil aclarar el tema de la homosexualidad y la pedofilia en la iglesia por la presencia de la duda que, en este caso, está muy lejos de la certeza. Encontramos a la hermana y al padre con una buena cantidad de pruebas que no permiten asegurar quién tiene la razón; probar y desmentir las acusaciones resulta delicado pues no son evidentes. De ahí el planteamiento de esta película sobre la búsqueda de la verdad y las terribles consecuencias en un ambiente vedado para el cambio. Podemos ver cómo se reacciona ante una acusación y cómo, quien la hace, se involucra hasta el punto de no tener certeza en sus palabras. Vemos también un fuerte contraste entre el estilo de vida alegre y jovial llevado por los sacerdotes y la manera silenciosa y huraña que domina el comportamiento de las religiosas. Contrastes que nos hacen pensar en situaciones de superioridad e inferioridad dentro de las órdenes religiosas.
¿Inocente o culpable? ¿Verdad o mentira? ¿Duda o certeza? Difícil saberlo cuando la intención de su director es crear la duda en el espectador. El resultado en estos casos es una comunicación ambigua en la que la presunción de inocencia dentro del marco del debido proceso va de la mano con la subjetividad del derecho. Al mismo tiempo comprobamos lo delicado de la palabra, ya que de toda calumnia queda la duda y es difícil crear ambientes limpios después de haber emitido juicios a priori. Nuevamente entra en juego la subjetividad del ser humano que nos muestra que “cada cual ve la realidad con sus propios ojos”.
¿Inocente o culpable? ¿Verdad o mentira? ¿Duda o certeza? Difícil saberlo cuando la intención de su director es crear la duda en el espectador. El resultado en estos casos es una comunicación ambigua en la que la presunción de inocencia dentro del marco del debido proceso va de la mano con la subjetividad del derecho. Al mismo tiempo comprobamos lo delicado de la palabra, ya que de toda calumnia queda la duda y es difícil crear ambientes limpios después de haber emitido juicios a priori. Nuevamente entra en juego la subjetividad del ser humano que nos muestra que “cada cual ve la realidad con sus propios ojos”.
"Tengo dudas, ¡tengo tremendas dudas!"