"La voz que están oyendo no sale de mi boca, es la voz de mi mente.
No he hablado desde que tenía seis años. Nadie sabe por qué, ni siquiera
yo...
Mi padre dice que es un talento
misterioso que poseo y que el día que se me meta en la cabeza dejar de respirar,
será mi último día. Hoy me ha casado con un hombre al que todavía no conozco.
Pronto mi hija y yo iremos a su país para reunirnos con él. Mi marido dice que
mi mudez no le preocupa. Esto es lo que escribe: "Si Dios ama a las
criaturas mudas, ¿por qué yo no?" Bueno sería que tuviera la paciencia de
Dios, pues el silencio acaba afectando a todo el mundo. Lo extraño es que yo no
me considero silenciosa, debe ser a causa de mi piano... Lo echaré en falta
durante el viaje".
Estos son los pensamientos de Ada McGrath (Holly Hunter) con
los que se da comienzo a la película EL PIANO, marcada por la sensualidad y el maravilloso sonido de este instrumento. “Mi voz es voz del piano” lo expresa quien carece
de habla, y su relación con el mundo se da a través de su hija y de la música.
Y es el piano el único intérprete de su vida interior y la única manera de establecer
contacto con la realidad. Porque con él y con su hija Flora (Anna Paquin) llega
desde Escocia a una isla perdida en Nueva Zelandia en busca de un marido, Alistair
Stewart (Sam Neill), impuesto por su padre. Es la segunda mitad del siglo XIX y
por su piano debe dar una dura lucha para recuperarlo después de ser abandonado
en la playa y ser vendido por su esposo a su vecino George Baines (Harvey
Keitel). Por él llega hasta a su nuevo dueño quien a cambio de permitirle tener
contacto con él y su música, se acerca a su cuerpo lentamente hasta terminar siendo
parte suya. Por él debe enfrentar la furia de su marido y las consecuencias
fatales de sus celos que la alejarán definitivamente de la isla, de su mundo y
del mismo objeto centro de su vida, su piano. Ya no volverá a ser como antes. El piano se ha convertido en el eje de su vida y de toda su tragedia.
La selva, la bruma, el mar
oscuro, el lodo, la soledad y las sombras ambientan esta película en la que la
música desempeña un papel principal que permite darle voz a un mundo interior
rico y cargado de belleza para los sentidos. A pesar de su encanto, todo se
desarrolla en un ambiente tenso y hostil en el que la música permite liberar el
alma de su protagonista para crear paz, desasosiego y un acercamiento al amor,
tan lejano a ella como quienes la rodeaban -unos colonos aislados del mundo y
sometidos a las inclemencias del clima-. No habla, su rostro es inexpresivo, su
mirada es triste y demuestra aparente fragilidad, pero es una mujer fuerte que
no necesita palabras ni gestos para tomar decisiones y expresar sus
sentimientos. Asume también las consecuencias de sus actos y en el momento
final cuando quiere desaparecer con su piano, logra cambiar el rumbo de su
vida.
En 1993, EL PIANO obtuvo los Premios
Oscar a mejor actriz (Holly Hunter), mejor guión original (Jane Campion, quien
la escribió y la dirigió) y mejor actriz de reparto (Anna Paquin). Es de
destacarse que fue la propia actriz principal quien interpretó el piano –con
música de Michael Nyman - y quien dio clases de éste a la
pequeña de 12 años que interpretó a su hija. Muchos otros premios recibió este
drama romántico de 112 minutos cargado de gran intensidad.