“Por más que grandes extensiones de Europa y muchos estados antiguos y famosos hayan caído o puedan caer en poder de la Gestapo y de todo el espantoso aparato del régimen nazi, no vamos a flaquear ni a fracasar, sino que seguiremos hasta el final. Combatiremos en Francia, combatiremos en los mares y los océanos, combatiremos cada vez con mayor confianza y fuerza en el aire; defenderemos nuestra isla a cualquier precio. Combatiremos en las playas, en los lugares de desembarco, en los campos y en las calles; combatiremos en las montañas; no nos rendiremos jamás; y por más que esta isla o buena parte de ella quede dominada y hambrienta, algo que de momento no creo que ocurra, nuestro imperio de ultramar, armado y protegido por la Flota británica, continuará la lucha hasta que, cuando Dios quiera, el Nuevo Mundo, con todo su poder y su fuerza, dé un paso al frente para rescatar y liberar al Viejo.” Winston Churchill.
LAS HORAS MÁS OCURAS en el poder son las que vive Winston
Churchill cuando se convierte en el primer
ministro británico en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Es el año de 1940 y
es nombrado por el rey Jorge IV para dirigir los destinos de un país condenado
a aceptar la paz que proponía la Alemania Nazi, una vez invadiera a Inglaterra.
Así, desde los primeros días de su
participación en el poder, Churchill es sometido a tomar la más difícil
decisión frente a todos sus adversarios que paradójicamente son sus propios
amigos: “La paz es diferente a la libertad. ¡Busquemos la victoria!” Ama al
pueblo quien lo apoya y asume esta tarea con una fortaleza física y emocional
como no se ha visto en muchos años de la historia. Al final, después de uno de
los discursos más estimulantes para el pueblo inglés, logra la aprobación de su
propuesta y fiel a sus ideales decide enfrentar a los nazis, comandados por
Hitler, cuya meta es la conquista del continente europeo. Logra entonces cambiar
el curso de la historia con el apoyo del pueblo, del rey, de sus adversarios y
de su propio partido. Y ante la invasión inminente, toma la mejor decisión como líder y como gobernante.
Un valioso drama de 125 minutos cuenta esta historia bajo la
dirección de Joe Wright y la actuación sobresaliente de Gary Oldman que le
valió los premios Oscar 2018 al mejor actor y al mejor maquillaje. Dicho personaje
asume una caracterización excepcional, no sólo en el aspecto físico sino
también en su actuación cargada de soberbia y de valentía, en su manera
particular de hablar, y en los aspectos difíciles de su personalidad. Lo acompañan su esposa y su secretaria, dos mujeres que le dan armas para salir
adelante y aunque sus papeles parecen ser discretos, son también un gran
apoyo para él. Una película ágil y entretenida es esta cinta, que llama la
atención de los espectadores porque a pesar de tener a la guerra como tema, no
vemos en ella muertes ni campos de batalla. Un excelente retrato de un hombre
heroico y vulnerable que fue más allá del tiempo y la distancia con sus
decisiones y su lucha por alcanzar sus ideales, gracias al inmenso el poder de
la palabra.