Cuando Gabriel García Márquez escribió esta novela en 1998 la hizo pensando en un guión cinematográfico y su deseo se hizo realidad en el año 2009 cuando Hilda Hidalgo llegó desde Costa Rica a Cartagena a dirigir esta película que contó de inmediato con la aprobación de nuestro Nobel. Esta coproducción de México, Colombia y Costa Rica fue aclamada como una de las mejores producciones del Festival de Cine de Montreal en la edición No. 34 y ha sido considerada una buena muestra del cine latinoamericano.
“Mi abuela me
contaba de niño la leyenda de una marquesita de doce años cuya cabellera le
arrastraba como una cola de novia, que había muerto del mal de rabia por el
mordisco de un perro y era venerada en los pueblos del Caribe por sus muchos
milagros”. En 1949, siendo Gabriel
García Márquez reportero, tuvo que acudir al derribo del antiguo convento de
Santa Clara. Cuando la lápida de la tercera hornacina del altar mayor saltó en
mil pedazos, “una
cabellera viva de un color de cobre intenso se derramó fuera de la cripta (...)
En la lápida de cantería carcomida por el salitre sólo era legible un nombre
sin apellidos: Sierva María de Todos los Ángeles. Extendida en el suelo, la
cabellera espléndida medía veintidós metros con once centímetros. La idea de
que es tumba pudiera ser la suya fue el origen de este libro”.
En Cartagena de Indias del siglo XVIII se
desarrolla la historia de Sierva María de todos los Ángeles, de su relación con
el mundo y del atropello del que es víctima en la época de la colonia. Después
de ser mordida por un perro rabioso en el mercado, esta niña -hija del marqués
de Casalduero y Dueñas- es atendida por sus sirvientes de raza negra que son su más cercana compañía, con quienes comparte sus tradiciones,
y la ponen a salvo de cualquier peligro. Sin embargo, circula en la
ciudad la noticia del accidente de la hija del marqués y la posibilidad de
contraer la rabia, por lo que es llevada al Convento de Santa Clara. Allí entra
en pánico y reacciona violentamente ante la presencia de las religiosas quienes
consideran que está poseída y deben aislarla de inmediato. Es recluida en una
celda oscura -utilizada para los prisioneros de la Inquisición- donde recibe un trato inhumano hasta
que llega Cayetano Delaura con la intención de exorcizarla. Este sacerdote
descubre que Sierva María no está endemoniada y por el contrario, termina
enamorado de ella lo que agudiza la situación, con un doloroso final.
“Que la eterna noche oscura
me cierre estos ojos que te vieron
dejándome con otros que te vean”
me cierre estos ojos que te vieron
dejándome con otros que te vean”
Un
encuentro de dos mundos dominado por la iglesia que asume el poder por encima
de los gobiernos
de la colonia, frente a la
presencia de la cultura negra capaz de trascender su propia esclavitud, constituye
la esencia de esta película. Todo sucede en una época de marcado oscurantismo religioso en la que se
descubren las fuerzas del mal con la aparición de demonios que deben combatirse
con la fe, no con la razón. Así, la culpa manejada por la iglesia, crea la
imagen demoníaca que necesita
para
ejercer el control social. Un control que intenta sobreponerse a todo, menos al amor. Porque el
amor es capaz de romper con todo, hasta con lo prohibido. Así, la relación de Sierva María y
Cayetano salva la película porque es imposible luchar contra la naturaleza, contra
una relación pura que solo es tocada por el silencio y los poemas de Garcilazo
de la Vega. Esta pareja habita el mundo de los susurros y
los cortos diálogos que mantienen se encuentran confundidos con una música
medieval, con el ruido de los grillos y el furor del mar, siempre presente.
Imposible dejar escapar detalles garciamarquianos como las mariposas en el
cabello de la niña y la vela que cae en el agua y no se apaga. Verdadera
sencillez en las tomas que dan un claroscuro siempre presente en la lluvia y en
el invierno, y en las rejas de la celda con una visión minimalista. Un lenguaje
cinematográfico opta por lo visual, de manera lenta y ritual, con verdadera
economía de las palabras, hasta encontrar en el color y en la ropa de Sierva
María una luz que lo ilumina todo, que le da erotismo a la cinta. Una verdadera muestra de cine arte.