“Elegimos a quienes dejamos entrar a nuestro
corazón”
No podíamos dejar pasar la oportunidad de
recordar alguna de las películas protagonizadas por Robin Williams, fallecido
recientemente y a quien consideramos uno de los grandes protagonistas de la
pantalla grande. En busca del destino, con guión de Matt Damon y Ben Afleck, obtuvo en 1998 nueve nominaciones a los premios
Oscar, siendo ganadora de las modalidades mejor actor y mejor guión. Una vez más
encontramos pruebas del talento de este actor y de su gran capacidad para educar
con sus interpretaciones. No basta con decir que es una película conmovedora, también
está cargada de humor, diálogos interesantes y con un excelente elenco.
Tener una inteligencia superior, sin una
estabilidad emocional que impulse al ser humano a emplear todas sus potencialidades y a
descubrir lo que realmente quiere, es lo que descubre el psiquiatra Sean
Marguire (Robin Williams) en su paciente Will Hunting (Matt Damon) de 20 años.
A su consultorio llega un joven rebelde, agresivo e indisciplinado, que resulta ser la
única persona capaz de resolver los problemas matemáticos que plantea el
profesor Lambeau en una universidad de Boston. No es uno de sus alumnos, es
quien hace la limpieza de este lugar y se atreve a dar respuesta a los
difíciles planteamientos en un tablero de acceso a los salones de clase.
Sorprendido, el célebre docente, busca a alguien capaz de ayudar a solucionar las
dificultades emocionales de Will, mientras él intenta salvarlo de la cárcel. Le ofrece
el pago de una libertad condicional, a cambio de que trabaje para
él e ingrese a una escuela de matemáticas superior. Difícil será para Sean Marguire
incursionar en la mente de este joven, descubrir su vida interna y penetrar en
un mundo cargado de sufrimientos y angustias que ambos terminan por compartir y
superar. También será de gran ayuda, la joven Skylar que llega al corazón de
Will y cambia su visión del mundo, ayudándole a comprender el valor de la vida,
más grande que sus conocimientos y su mente brillante.
Un drama emotivo que lleva a la solución de los
problemas de un desadaptado social, con la ayuda de un buen psicoterapeuta. No
es fácil establecer este vínculo ante el que varios profesionales ya habían fracasado,
encontrando finalmente quien pueda aceptar los retos de Will, soportarlos en
silencio hasta la humillación, ponerles resistencia cuando es posible y
destruirlos logrando vencer todas sus defensas. Sean se convierte en su
apoyo y en esa luz que le ayuda a salir adelante. En otras palabras, llega a su
paciente estableciendo a su vez, una búsqueda de sí mismo; y así mientras lo
lleva a explorar sus vivencias enfrentando sus cargas negativas, descubre que
él también como terapeuta necesita liberarse de un pasado lleno de recuerdos
por la muerte de su esposa que no ha podido superar. Ambos resultan
beneficiados, después de un largo periodo de asistencia psicológica que soporta
momentos de abatimiento y desesperación. Tanto terapeuta como paciente logran
curar sus heridas psicológicas y se establece una relación que los enriquece. Ahora
sí cada uno irá fortalecido a perseguir su sueño.
“Tú tienes un billete ganador y no te atreves a
cobrarlo”
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