JUEZ: ¿Por qué has demandado a tus propios padres?
ZAIN: Por darme la vida.
Interesante, aunque muy dolorosa, es la historia contada por la directora libanesa Nadime Labaki
en su película Cafarnaúm, una coproducción de tres países: Líbano, Estados
Unidos y Francia. Se considera la de mayor recaudo de todos los tiempos en el
Medio Oriente. Fue nominada a los
Premios Oscar 2018 como mejor película de habla no inglesa, y recibió el premio
del jurado en el Festival de Cannes.

Se plantea aquí el grave problema de los migrantes, desplazados y
refugiados de todo el mundo, rodeados de extrema pobreza e ignorancia. Una
ignorancia que vemos en padres completamente irresponsables que traen hijos al
mundo, a engrosar las filas de la miseria, el abandono y la injusticia. Como
carecen de lo básico para sobrevivir, fácilmente llegan al mercado descomunal
del narcotráfico, la prostitución y la saturación de las cárceles, porque la
pobreza es un negocio que favorece la inequidad o la desigual distribución de
la riqueza en el mundo. Una experiencia dura para quienes asistimos a su puesta
en escena, pero, a la vez, una película que nos conmovió no solo por la
actuación maravillosa de este pequeño, sino también por su capacidad de
supervivencia y la habilidad para enfrentar tanta maldad con un tinte de
esperanza y un asomo de fe en la condición humana.