JUEZ: ¿Por qué has demandado a tus propios padres?
ZAIN: Por darme la vida.
Interesante, aunque muy dolorosa, es la historia contada por la directora libanesa Nadime Labaki
en su película Cafarnaúm, una coproducción de tres países: Líbano, Estados
Unidos y Francia. Se considera la de mayor recaudo de todos los tiempos en el
Medio Oriente. Fue nominada a los
Premios Oscar 2018 como mejor película de habla no inglesa, y recibió el premio
del jurado en el Festival de Cannes.
Su protagonista Zain es un niño, cuya edad se calcula de 12 años ya que no
tiene identificación y vive con su familia en una situación de extrema pobreza.
Son habitantes de un barrio marginal de Beirut donde sus padres solo tienen
tiempo para hacer hijos, sin la mínima atención hacia ellos y total descuido de
sus necesidades básicas. Desde la cárcel, donde paga una condena de cinco años por
haber apuñalado a un hombre, Zain les entabla una demanda ante un tribunal internacional
por haberle dado la vida. De inmediato vuelven atrás las escenas dolorosas, en
las que domina su deambular por las calles en busca de sustento, la relación
cercana con su hermana de 13 años que será vendida por sus padres a un vividor,
los golpes constantes, la relación caótica con ellos, y la venta de droga a
cambio de dinero que camufla en la ropa para traspasar las puertas de la cárcel,
a donde llegará finalmente, acusado de su crimen. Sin embargo, en este duro
transitar, conoce a Rahil, una mujer etíope que pasa dificultades trabajando
indocumentada y madre de un bebé que muchas veces camufla en su morral para poder
cumplir con su jornada. Con ellos, Zain parece encontrar el hogar que nunca
tuvo y desarrollará su creatividad y su ingenio para enfrentar infinidad de
obstáculos y desgracias.
Se plantea aquí el grave problema de los migrantes, desplazados y
refugiados de todo el mundo, rodeados de extrema pobreza e ignorancia. Una
ignorancia que vemos en padres completamente irresponsables que traen hijos al
mundo, a engrosar las filas de la miseria, el abandono y la injusticia. Como
carecen de lo básico para sobrevivir, fácilmente llegan al mercado descomunal
del narcotráfico, la prostitución y la saturación de las cárceles, porque la
pobreza es un negocio que favorece la inequidad o la desigual distribución de
la riqueza en el mundo. Una experiencia dura para quienes asistimos a su puesta
en escena, pero, a la vez, una película que nos conmovió no solo por la
actuación maravillosa de este pequeño, sino también por su capacidad de
supervivencia y la habilidad para enfrentar tanta maldad con un tinte de
esperanza y un asomo de fe en la condición humana.
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