“Ahí va Vera Drake. Recorriendo los suburbios londinenses, transitando sus estrechas callejuelas, poseyendo las llaves que abren muchas puertas verdes. Detrás de esas puertas están sus afectos, su familia y todas aquellas otras familias para las que Vera trabaja o a las que, simplemente, ayuda desinteresadamente”. Vera es una mujer honesta y sencilla que vive feliz con su esposo y sus dos hijos ya mayores. Trabaja como ayudante en varias casas de familia, mientras su esposo Stan es mecánico, su hijo Sid aprende la sastrería y su hija Ethel colabora en una fábrica de bombillas. Todo transcurre en medio de la unión familiar y de la alegría constante de Vera quien algunas veces realiza una tarea que puede sorprender al espectador, mas no a ella ya que la considera una ayuda a mujeres necesitadas: poner fin a sus embarazos. Es un oficio silencioso, por el que no recibe dinero a cambio, mientras sí lo hace, su contacto, una dama de la sociedad. Sin embargo, cuando una de sus intervenciones pone en peligro la vida de una joven, la policía indaga hasta llegar a Vera. Lo hace cuando está toda la familia reunida para celebrar el compromiso de la hija Ethel con el vecino Reg, y el embarazo de su cuñada. Y aquí comienza su infierno. Debe enfrentar la acusación de practicar abortos clandestinos desde hace un buen tiempo y asumir ante su familia -ignorante de esto- y ante la sociedad el cargo y la pena que le asigna la ley. Esto sucede en 1950 en Londres, años antes de que se aceptara la ley del aborto en ese país (1967). Impacta el trabajo de Imelda Staunton como Vera, que la nominó al premio Oscar como Mejor Actriz en el 2004 y la hizo reconocedora de muchos otros por su excepcional interpretación. Con ella, el director y guionista británico Mike Leigh, propone un tema álgido y difícil de enfrentar en nuestro medio como es el aborto. Vemos a mujeres de diferentes edades y problemáticas ante esta situación: Una joven, una madre de familia con siete hijos, una mujer infiel, una soltera inmigrante, una pobre mulata y una mujer violada. En todos los casos se destaca el miedo, la soledad y la desesperación que encuentran tranquilidad ante la presencia de Vera y su procedimiento a seguir. Sólo cuenta con un cepillo de uñas, un jabón, un rallador, una botella de desinfectante, una toalla y un enema de goma. Todas tienen motivos para tomar esta decisión -excepto la joven violada quien tiene dinero y busca una clínica segura, con todas las atenciones-. Vera que es toda bondad, les ayuda a resolver su situación con una sonrisa amplia y tarareando siempre una canción. Sólo que ella desconoce el alcance de sus actos y el peso de la ley; actúa por compasión y sensibilidad social. Incluso se niega a aceptar el término aborto y asegura estar ayudando a mujeres con problemas, “no tienen a quien acudir y yo las ayudo”. Termina siendo culpada y debe pagar una prisión de dos años y seis meses. Una película que contextualiza las relaciones humanas y hace ver el sexo como algo natural, incluso el planteamiento del aborto que se da con una visión humanitaria. Además asigna un valor inmenso a la mujer, a la figura maternal y a la familia ya que nos enseña cómo procrear con amor y cómo llevar relaciones firmes y duraderas, aún en medio de la estrechez económica. Una enseñanza que tiene gran validez frente a la manera cómo ve la sociedad y la ley la práctica del aborto. Además, un drama humano que arroja una mirada al universo femenino, sin emitir juicios, para que seamos nosotros quienes saquemos las propias conclusiones. |
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viernes, 27 de mayo de 2011
EL SECRETO DE VERA DRAKE
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