Impacta el comienzo de esta película con una adolescente de 14 años dando a luz. De inmediato se piensa en las dificultades de la crianza y en el futuro de la pareja en cuestión. Pero la película no se detiene en ello y nos traslada de inmediato al lugar donde se encuentra una mujer de 50 años, ajena a su papel de madre porque dio la hija en adopción hace un buen tiempo, y la hija desempeñándose en el mundo moderno con propiedad y dominio. Sin embargo, no todo marcha bien. La madre, Karen, que continúa sola bajo la dominación de su progenitora enferma y es una mujer con mucha dificultad en las relaciones interpersonales, no deja de arrepentirse de su antigua decisión y piensa constantemente en su hija, Elizabeth. A diario le escribe en silencio y mucha angustia se refleja en su vida cargada de soledad y malestar. Sólo se relaciona y mal, con un compañero de trabajo, hasta que éste logra producir en ella un gran cambio e iniciar el proceso de aceptación de su papel y la búsqueda de su hija. Pero antes, debe morir su madre para dar inicio a esta transformación y enfrentar la realidad que no es tan fácil porque el mundo de Elizabeth va a un ritmo acelerado. Trabaja en otra ciudad y su jefe, un abogado negro, reconoce sus capacidades tanto laborales como en sus relaciones personales que van más allá de la mera atracción. Finalmente descubre que está embarazada, a pesar de su negativa a tener hijos. Abandona entonces su cargo, su amante y su vida en esa ciudad donde ha tenido otras relaciones y no sabe quién será el padre. Mientras tanto su verdadera madre, inicia los contactos para encontrarla y son esfuerzos inútiles pues nunca Elizabeth recibe su mensaje. Sí, en cambio, Karen logra saber de ésta, pero ya es tarde. Ha muerto y su pequeña criatura ha seguido su mismo rumbo, ser adoptada.
Rodrigo García Barcha, director y guionista de esta película, asume un papel de defensa del mundo femenino y nos muestra el valor de la maternidad en todo su esplendor a través de las actrices Annette Bening y Noami Watts. Debo aclarar que junto con esta historia, intercala otra protagonizada por Kerry Washington en la cual una joven desea ser madre a través de la adopción, sin lograrlo. Toda una trilogía que transmite la incertidumbre que vive toda mujer cuando llega el momento de tomar una decisión tan difícil como dar a su hijo en adopción. Así, nos hace ver la vida como una cadena de sucesos, en los que se involucran continuamente una causa y un efecto para dar paso a una realidad, en este caso la maternidad. Y es cuando García Barcha defiende el valor de los lazos de sangre que se conservan a pesar del rechazo y del abandono protagonizado por los progenitores; porque siempre existirán unos vínculos imposibles de romper. Defensa que lo hace ver como un gran director de mujeres que se adentra en el alma de ellas para redimirlas, olvidando un poco el papel masculino que llega a ser secundario en la película. Defensa que finalmente cuestiona la adopción y analiza de manera cuidadosa el valor de la concepción. Porque ser madre es una decisión tan importante que amerita toda una reflexión sobre este valioso rol.
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