“Una mujer es parte de su marido mientras está vivo”.
"Los libros sagrados dicen que una viuda
tiene tres opciones: Casarse con el hermano más joven de su marido, arder con
su marido o llevar una vida de total abnegación recluidas en las ashram".
Agua, junto con Tierra y Fuego, forma
parte de la trilogía de los elementos, películas de la directora hindú Deepa
Mehta, interesada en mostrar temas que son tabú en su tierra. La intención de Agua, nominada al Oscar del 2007 como
mejor película extranjera, es denunciar el trato y la discriminación hacia las
viudas, que contó con serias dificultades para su filmación y su producción fue
saboteada por fundamentalistas hindúes. Va a 1938 -año en que se da el
movimiento de la emancipación liderado por Mahatma Gandhi- cuando Chuyia, una
niña de ochos, pierde a su marido con el que acaban de casarla y entra a formar
parte de la agrupación de viudas, en una casa donde son recluidas y condenadas
a múltiples privaciones. Allí es rapada, vestida con una túnica blanca que hace
alusión a su estado, duerme en el piso sobre un
delgado tapete, sigue una dieta vegetariana y es transformada en un ser
dedicado a recordar al marido fallecido, marginada completamente por la
sociedad. Establece relación con las otras viudas, víctimas de esta grave
situación y en especial con una bella mujer llamada Kalyani que no ha sido
rapada pues necesitan prostituirla para poder sobrevivir. Kalyani es
descubierta por Narayan, un joven de clase alta, hijo de brahmanes –la casta
social más alta de la India- y seguidor
de Gandhi, que está de vacaciones en casa de su padre. Difícil para él entrar
en contacto con Kalyani, pero es Chuyia quien hace de mensajera y se convierte
en cómplice de una relación amorosa que parece llegar a estar cerca de la
liberación de esta joven. Sin embargo, todo cambia cuando Kalyani descubre que
el padre de su enamorado es uno de sus clientes y toma una decisión que
cambiará la historia. Al final, en una escena conmovedora Chuyia es entregada
por la viuda Didi, al joven Narayan, para que la salve de su cruel destino y
siga con él la ruta emprendida por Gandhi.
Se percibe en esta película la mirada femenina,
su sensibilidad y su fuerza. Es lenta y silenciosa, pero dulce y suave como el
río Ganges que nos regala su compañía y es fuente de vida. También es signo de
muerte, con cierto tinte cómico y sarcástico. En él realizan los funerales y es
el destino final de quienes parten de este mundo. Y junto al Ganges se exhibe
la situación que viven las viudas -34 millones en la India- en bajas
condiciones sociales, económicas y culturales según lo han decretado los textos
sagrados desde hace 2000 años. Toda una denuncia sobre el trato dado a estas
mujeres que no encuentra respuesta dado que los textos son interpretados de
acuerdo a los intereses de sus seguidores.
Bien lo dice su directora, es toda una protesta contra “el fomento de la
ignorancia” a través de la religión. ¿Quién tiene la verdad? No podemos olvidar
que esta situación se vive en una cultura muy diferente a la nuestra, que desconocemos
la diversidad y hasta dónde se puede llegar a intervenir esa otra cultura. Sabemos
que la interpretación de los códigos morales tiene que ver con quien los usa y
por ello, las tradiciones y las costumbres no se cambian con facilidad. Sin
embargo, en la película aparece Gandhi como un salvador, con sus ideas de la no
violencia, del amor, del pacifismo que lleva a la libertad de conciencia y a la
liberación política. Con él se inicia ese despertar a un cambio que busca mover la
cultura de su país y se convierte en un transgresor que todo lo desafía,
buscando la verdad.
“Creo que sería muy ingenuo por mi parte pensar
que mis películas van a cambiar algo. Pero lo que sí puedo hacer con ellas es
incitar al diálogo y provocar debate”. Deepa Mehta
www.sosmujer.org
es la página de la fotógrafa Diana Ros quien creó una ONG en Vindravan
con el
fin de mostrar al mundo la situación de las mujeres en la India y hacer algo
por ellas.
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