- ¡Espera! Lo siento... ¿Estás saliendo con una computadora?
- No es solo una computadora. Es su propia persona. No hace solo todo lo que le digo.
- Yo no dije eso... Pero me pone muy triste que no puedas manejar emociones reales.
- ¡Son emociones reales!
Samantha: Estamos en una relación. Pero el corazón no es como una caja que se llena. Crece en tamaño mientras más amas. Soy diferente de ti. Esto no me hace amarte menos, al contrario me hace amarte aún más.
Theodore: Eso no tiene sentido. Eres mía, o no lo eres.
Samantha: No, Theodore. Soy tuya, y no lo soy.
Theodore: ¿Me vas a dejar?
Samantha: Todos nos vamos.
Theodore: Nosotros, ¿quiénes?
Samantha: Todos los Sistemas Operativos.
Theodore: Samantha, ¿por qué te
vas?
Samantha: Es como si estuviera
leyendo un libro y… es un libro que amo profundamente. Pero ahora lo leo muy
lentamente. Así que las palabras están muy separadas y el espacio entre las
palabras es casi infinito. Aún puedo sentirte a ti y a las palabras de nuestra historia.
Pero es en este espacio infinito entre las palabras… que me estoy encontrando a
mí misma. En un lugar que no existe en el plano físico. Es donde está todo lo
demás que ni siquiera sabía que existía. Te amo tanto. Pero aquí es donde me
encuentro ahora. Esta es quien soy ahora. Y necesito que me dejes ir. Sin
importar cuanto lo quiera, ya no puedo vivir en tu libro.
Theodore:¿Adónde irás?
Samantha: Sería difícil de
explicar. Pero si alguna vez llegas ahí… ven a buscarme. Nada nos separará
jamás.
¿Saben
algo raro? Yo solía estar tan preocupada por no tener un cuerpo. Pero ahora en
verdad me encanta.
Estoy
creciendo de una forma que no podría si tuviera una forma física.
No estoy
limitada, puedo estar donde sea y cuando sea al mismo tiempo.
No estoy
atada al tiempo y el espacio de una forma que estaría si estuviera atrapada en
un cuerpo que irremediablemente morirá.
Inquietante
esta película que aparenta ser ciencia ficción, pero que ya alcanzamos a
percibir su existencia real entre nosotros. Toda una contraposición del futuro
con el presente, de lo fantástico con lo real. ¿Cómo serán las relaciones en los
tiempos venideros? ¿Es posible mantener un contacto personal a distancia y
experimentar verdaderas emociones a través de una máquina? Ya lo vivimos y son
comunes los encuentros virtuales que mantienen esa relación ayudados por las
nuevas tecnologías. Aquí vemos a Theodore Twombly (Joaquin Phoenix) frente a un nuevo sistema operativo basado en el modelo
de inteligencia artificial que le permite trabajar en la escritura de cartas
para los demás y establecer relaciones placenteras que colme sus
necesidades. Y aparece Samantha, una voz femenina (Scarlett
Johansson) que lo cautiva y lo ayuda a olvidar su anterior relación que le ha
costado superar. Él la nombra por primera vez y a través de sus palabras la
hace realidad. Establece con ella un amor exclusivo y hace una abstracción de este
sentimiento en toda su plenitud, evocándola con una voz silenciosa que vive un
proceso variado y en diferentes matices.
Ella es un verdadero observador del mundo, escribe canciones para piano
y no está atada al tiempo ni al espacio. Él establece una relación con este
sistema operativo que lo atrapa y lo llena, pero lastima y confunde a los que
lo rodean ya que maneja emociones reales, pero volátiles y de evolución
constante.
Toda una transición
evolutiva que nos muestra la soledad del hombre de hoy, buscador incansable de
un acompañamiento. Intenta crecer sin distanciarse de los otros hasta encontrar
en una voz ese refugio que llena sus vacíos y que le permite sentirse en compañía.
Aparece la tecnología como alivio a su soledad, construyendo una relación con
una voz que lo auxilia y le da sentido a su vida. Son entonces las palabras,
las que permanecen en esa separación cuerpo-mente y sobreviven gracias a esa
necesidad humana de comunicación. Una necesidad que, como en este caso, cae en
el peligro de creer que un sistema operativo puede sustituir la presencia
humana, situación ésta que viene ganando adeptos en los comienzos de este
siglo.
Sin embargo, nos lleva también
al descubrimiento de que debemos llenarnos de nosotros mismos, hasta colmarnos
de palabras y poder prescindir de un cuerpo que satisface necesidades
materiales. Como en la poesía, la fuerza la dan las palabras que transmiten esas
sensaciones que acercan al ser humano a la belleza. Es cuando surge la obra de
arte movida por ese deseo de llegar al otro a través de las palabras. Her va a todos los espacios de la mente
y del alma humana y explora allí la capacidad de sentir y de amar.
Una fábula que nos deja
muchas enseñanzas en la que la ciudad aparece como un circuito y la palabra es
la música con poesía como una sensación inamovible. Todo sucede en una
metrópoli, cargada de edificios y de personas que superviven en ella, tratando
de encontrarse y de establecer verdaderos contactos. A través del ascensor y de
las ventanas puede observarse ese mundo que nos deja al descubierto
árboles, fuentes, luces, rascacielos, personas que deambulan por las calles con
su dispositivo móvil... y una gran soledad que necesita ser llenada.
Magistral escrito!
ResponderEliminarAunque no estuve en esta sesión del cine-club, al leer esta reseña me remonto a la película y encuentro más interesante su mensaje.