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martes, 31 de julio de 2018

EL INSULTO



“No podemos vivir en el pasado”

“Las disculpas no pueden ser vistas como una debilidad, sino como decencia”

“Las palabras son el resultado de una ira que nunca sanó”


Un insulto es la raíz de la violencia que aparece en esta película y que desata un conflicto de grandes proporciones en los estrados judiciales y en las calles de una ciudad del Medio Oriente, en Beirut, Líbano. Aquí vemos a Yasser -un refugiado palestino musulmán- que insulta a Toni -un cristiano libanés- porque este lo agrede lanzándole agua sobre su cabeza como rechazo a una obra que aquel realizó en su balcón. ¿La razón? Toni inicia una persecución sin límites contra Yasser porque no acepta las palabras de quien considera su enemigo y lo obliga a que le ofrezca sus disculpas. Es un enfrentamiento con un representante del grupo político religioso odiado para él. Yasser, que se niega a acatar su petición, es llevado ante la justicia y día tras días su juicio se agranda hasta adquirir enorme popularidad, no solo en el ámbito judicial sino también en las calles, en la clase política y en los medios de comunicación. Será un largo proceso en el que tanto la abogada defensora como el fiscal tendrán mucho qué decir y mucho qué descubrir ante el público y ante las cámaras.

Una muestra de la intolerancia y el rechazo al otro es lo que nos plantea EL INSULTO. Este drama libanés del director Ziad Doueiri fue nominado a la mejor película extranjera en la premiación de los Oscar de este año. Un conflicto personal, al parecer trivial, adquiere grandes proporciones como consecuencia del odio religioso e ideológico que se profesan los contendores. Pertenecen a la sociedad libanesa donde aparentemente prima la igualdad, pero es un territorio inestable tras la guerra de 15 años que soportó su estado con los territorios palestinos, Siria e Israel. Quienes viven allí no han podido superar el rencor y son marcadas las heridas y las disputas con quienes comparten el mismo espacio, pero profesan religión, raza y prejuicios diferentes.

Vale la pena resaltar el papel de los protagonistas y de sus esposas. Dos parejas que se asemejan en su relación, dedicados al trabajo, buenos esposos y con un modo de vida semejante, a pesar de la hostilidad que los mueve. No les interesa el dinero para solucionar las dificultades; por encima de todo buscan salvar su dignidad herida. Resulta también interesante la relación de los abogados que intervienen en el caso -un verdadero impacto en la película- y los argumentos que exponen para la defensa y la acusación del incriminado. Y más valioso aún, el papel de las mujeres marcado por la fortaleza y la comprensión de la situación aquí planteada. Ellas se oponen a la intolerancia y dan un sí al acercamiento al otro: escuchando sus posiciones, respetándolas y aceptándolas en aras del bien común. Duele porque el camino ha sido duro y han quedado espinas de un pasado doloroso, pero vale la pena buscar un entendimiento para reconfortar el corazón y encontrar una salida victoriosa. Muy valiosa la intención de esta película, narrada de manera ágil y dinámica.
“Nadie tiene exclusividad sobre el sufrimiento, todos sufrimos".


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