"Estábamos buscando una mirada femenina en un género que es absolutamente masculino, y que además la historia siempre se cuenta desde la voz masculina. Buscamos las historias que no nos habían contado y las historias que estaban en silencio" cuenta Cristina Gallego.
“Claro que teníamos una responsabilidad con esta película, sobre todo después de lo que pasó con El abrazo de la serpiente, pero en el mismo momento en que empezamos a hacerla me di cuenta de que esta historia era grande, más grande. Algo que jamás se había hecho”, cuenta Ciro Guerra.
"Hay que cumplir con la palabra, así esté en contra de todo, es lo que representa a una persona Wayúu" afirma José Acosta.
Una película
colombiana, de Ciro Guerra y Cristina Gallego, que figura entre las 11
opcionadas al Premio Oscar de mejor película extranjera para el próximo año, en
su edición 91. Ya habíamos visto la nominación de El abrazo de la serpiente en
el 2016 y ahora la dupla Guerra-Gallego ha hecho un trabajo que tiene los
méritos para que se repita con mejores resultados. En ella se reflejan todas
costumbres de la comunidad Wayúu, un grupo matriarcal que habita en el
departamento de la Guajira, al norte de Colombia. Aquí tuvo lugar el inicio del
narcotráfico durante los años 70, seguido con la “bonanza marimbera” que duró
10 años y terminó con la época más cruda de violencia y miseria para el país,
promovida por los temibles carteles de la droga. Es una historia de amor y de
familia, que se combinó con ambición, venganza, traición, odio y destrucción, y
resintió los valores de los Wayúu que ahora esta producción intenta reivindicar.
Se inicia mostrando
las vivencias de la cultura indígena Wayúu: sus creencias, sus ritos, el
vestuario, las tradiciones (pago de dotes y arreglos matrimoniales), el papel
de la mujer, los sueños, los palabreros, y el verdadero sentido de la palabra.
Aparece entonces la familia indígena Wayúu liderada por Úrsula Pushaina
(Carmiña Martínez), cuya hija, Zaida Pushaina (Natalia Reyes), acaba de
finalizar el rito que la convierte en mujer, y ya puede contraer matrimonio. No es fácil para el futuro esposo, Rapayet Abuchaibe (José Acosta), cumplir con la dote impuesta por su
suegra para hacerse merecedor de su hija. Al fin logra su
aceptación, gracias a la venta de unos kilos de la hierba a los Cuerpos de Paz
John F. Kennedy con la ayuda de su tío Rafael. Así sigue la historia que se
desenvuelve en la Sierra Nevada de Santa Marta, saturada de cargamentos de
marihuana, de productores, de vendedores liderados por Rafael, y de compradores
americanos que llegan con sus avionetas y las envían repletas de esta hierba a Estados Unidos. Mucha sangre se derramará sobre la arena y muchos cambios irán
diezmando a las familias de Úrsula y Rapayet hasta su total desaparición. Úrsula estará mediando en todas las
decisiones, aunque terminará por imponerse la pérdida de los valores
ancestrales que se cambió por el enriquecimiento ilícito y la violencia
desmedida, llevando a las comunidades indígenas a perder su dominio y a entrar
en un proceso de aculturación.
Cinco capítulos
que constituyen cinco canciones de la cultura Wayúu (Las hierbas salvajes, Las
tumbas, La bonanza, La guerra y El limbo) dan forma a Pájaros de Verano con un estilo emotivo
y conmovedor. Se destaca también por la magia de su historia y del sonido que
ambienta esta producción, la fotografía magistral que muestra el encanto de esta
parte de Colombia, el uso del idioma hablado por esta comunidad, la presencia
constante de animales que aparecen como diásporas, el papel del
palabrero con un poder semejante al de la mujer ya que la palabra goza de gran respeto, y especialmente el rol de este ser femenino que también transmite
el apellido y el linaje. Una producción valiosa que ha iniciado un importante
recorrido internacional y ya empieza a cosechar valiosos premios.
“Si hay familia, hay honor. Si hay honor, hay palabra. Si hay
palabra, hay paz”
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