Con este nombre, que de inmediato relacionamos con una imagen
religiosa, encontramos una película colombiana del año 2017 y
que consideramos valiosa por su producción y su temática. Además, por su
carácter autobiográfico, ya que su directora Laura Mora vivió en el año 2002 la
misma experiencia de la protagonista de este film y quiso realizarlo en honor a
su padre, un profesor de ciencias políticas de la Universidad de Medellín. Él fue
asesinado cuando conducía su carro y al parecer, ella pudo ver el rostro del
sicario llamado Jesús, mientras se alejaba rápidamente en una motocicleta.
Así, Laura -ahora convertida en Paula, con 22 años- muestra esa experiencia que viven muchas familias en nuestro país y que las enfrenta a una dura realidad relacionada con el qué hacer, cómo sobrellevar esta pena y cuánto esperar una actuación judicial que nunca llegará. Es un dolor que llena de indignación y de un urgente deseo de venganza. Para llevar a cabo este filme, su directora utiliza actores naturales, no profesionales, tomados de la periferia de Medellín, ciudad que se convierte en un personaje más y donde las escenas son la realidad de cada día. Será Paula quien después de encontrar al asesino, lo sigue constantemente, se acerca a él y empieza la tarea de compartir el diario vivir con su enemigo durante un buen tiempo hasta intentar hacer justicia. ¿Lo logrará? Será una lucha contra una sociedad ciega y violenta por caminos invadidos de trampas y sorpresas. En otras palabras, una lección de sufrimiento, deseos de venganza y humanidad.
Este drama social obtuvo un buen número de galardones a nivel
nacional e internacional, dentro de los que destacan: el premio EGEDA 2018 en
el Festival Internacional de Cine de Cartagena; cinco Premios Macondo
2018, entregados por la Academia Colombiana de Artes y Ciencias Cinematográficas,
incluyendo los de Mejor Película y Mejor Dirección; el premio del jurado a Mejor
Ópera Prima y el premio Casa de las Américas en el Festival de Cine de La
Habana, Cuba, 2017; el premio Eroski de la Juventud en el Festival de San
Sebastián 2017; y el Premio FIPRESCI, Festival Internacional de Cine de El
Cairo, Egipto, 2017.
"Mi mayor lucha, en términos de producción fue rodarla cronológicamente porque estos chicos no tenían un guion. Nosotros durante tres meses trabajamos con ellos para que se sintieran en confianza, más o menos conocían la historia, más no el final, porque queríamos crearles a ellos mismos el dilema ético que plantea la cinta, el dilema de ser capaz de matar o no". Laura Mora
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