“Aceptamos el amor que creemos merecer”
"Quiero
alguien que me ame por lo que soy y no por lo que parezco ser"
“Somos lo que somos por muchas razones… No podemos elegir de dónde
venimos, pero sí podemos elegir a dónde ir”
“Hay gente que ha olvidado qué es tener 16 cuando tiene 17”
“En ese momento en el que sabes que no eres una triste historia, estás
vivo. Y te paras y ves las luces en los edificios y todo lo que te hace
maravilloso. Y estás escuchando esa canción con la gente que más quieres en
este mundo. Y en ese momento juro… Somos infinitos”
Con cierto tono nostálgico pudimos apreciar esta
película que muestra a la juventud en su efervescencia, con ese romanticismo y
esa pulsión de vida que dan las primeras experiencias y cambios propios de la
adolescencia. Aparecen también los problemas exclusivos de esta época marcada
por las dificultades para ser aceptado por un grupo, por esa exploración del
mundo que muchas veces genera preocupación en los padres y adultos, por ese
manejo de la sexualidad que exige educación y por ese deseo de libertad que
traspasa las fronteras de la normalidad y muchas veces genera caos y
autodestrucción. Todo esto sin olvidar el bullying, el abuso sexual, la
homosexualidad, el alcohol y las drogas que siempre ha existido en las relaciones
entre los jóvenes y que atentan contra su sano desarrollo. En otras palabras, esta
película cuestiona los valores presentes y pasados y nos acerca a la realidad
de una etapa de la vida que debe ser mirada con atención para evitar heridas que marcan el crecimiento y dejan profundas huellas. La búsqueda de un
diálogo sincero es el centro de esta reflexión. Deja ver el gran valor de la
amistad y del libre desarrollo de la personalidad, que lleva hasta el
pensamiento de “vivir el aquí y el ahora para ser infinitos”. Muy válida
entonces esa educación en lo afectivo, en lo emocional y en lo social que con
la ayuda de un arte puede canalizar esos sentimientos negativos que aquejan a
muchos jóvenes. En esta película, es precisamente la literatura ese pretexto
para encontrar la liberación con la ayuda de la palabra y de un maestro noble
y consagrado a su labor; sin olvidar la presencia de unos padres y
hermanos, un apoyo valioso en esta dura tarea de crecimiento y madurez; teniendo además como brebaje salvador al valor
de la amistad.
Charlie es un joven tímido e inseguro que acaba
de perder a su único amigo, a quien le escribe cartas donde le habla de su
soledad, de los traumas vividos en su infancia, de su incapacidad para
establecer amistad con otros chicos, y le comparte sus lecturas pues le
encantan los libros. Ingresa al primer año de preparatoria donde es ignorado por
sus compañeros y se comporta como un ser marginado. En su afán de aceptación se
une a dos jóvenes populares Sam y Patrick, quienes lo ayudan a salir de su
encierro. Con ellos vive cantidad de experiencias, comete errores que lo
frustran, pero aprende de ellos y gana puntos en su descubrimiento del mundo. Se
enamora de Sam sin atreverse a confesarlo. Puede experimentar el
mundo de quien está loco de amor y sufrir decepciones porque no es él el
elegido por ella. A su vez, su profesor de literatura descubre las habilidades de Charlie en esta
área, comparte sus libros con él y se convierte en su apoyo durante su estancia
en el colegio, al tiempo que le suscita los deseos de convertirse en escritor. Son
innumerables las experiencias que vive este joven y que le ayudan en su formación porque cuenta
con unos padres sensatos que le dan libertad, pero están atentos a sus llamados
de auxilio.
Stephen Chbosky es el guionista y director de
esta película del año 2012 basada en su misma novela que colmó las ventas en
los Estados Unidos. Un buen elenco hizo posible transmitir la problemática adolescente y
despertar interés en los espectadores, sobre todo en los más jóvenes. Vale la pena resaltar el valor de la música empleada que acentúa el ambiente
descrito en la pantalla y conmueve al público espectador.
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