“-¿Cómo evitar que una gota se seque?
-Arrojándola al mar”
Este interrogante o acertijo budista, que vemos al comienzo de la película y que al final repite su aparición con la sorprendente respuesta, enmarca la trama de SAMSARA. Una película independiente cuyo director es el hindú Pam Nalin, quien después de una formación autodidacta en el cine, pudo mostrar coherencia con su cultura y trasladarnos al Himalaya con este drama sensual, erótico y religioso. Y como él mismo lo dice “al ritmo de los latidos del corazón como si de una hipnosis se tratara”. Grabada en el 2001, esta película nos muestra en 136 minutos un buen trabajo actoral realizado por numerosos actores profesionales aunque desconocidos, procedente de 15 países y escogidos después de un riguroso casting. Los personajes principales Tashi y Pema son representados por Shawn Ku y Christy Chung procedentes de Nueva York y Hong Kong respectivamente. El sitio donde se filmó llamado Ladakh o la Tierra de la luna, una región de difícil acceso por su altura, aridez y tensiones políticas, es otro de los aciertos pues fue difícil obtener el permiso para llevarla a cabo. Puede decirse que es la más valiosa elección ya que se pudo contar con un color y una luz que le dan un matiz especial a los trajes de los monjes y a los paisajes naturales que armonizan los ambientes de esta película, cargada de muchos silencios y de una gran belleza de imágenes.
Vale la pena explicar el significado de la palabra Samsara. Para el budismo es el ciclo de la vida, muerte y reencarnación. Es también “el continuo dilema de vivir”. Se dice que dicha reencarnación trae dolor y sufrimiento, presentes en el individuo hasta que éste la trasciende y puede alcanzar la liberación o sea el ideal del Nirvana. Ese vagar por el mundo o ese deseo de vivir es lo que el protagonista de esta película quiere experimentar antes de decidirse por el camino de la iluminación (liberación absoluta de todo sufrimiento). Tashi regresa a su monasterio de monjes budistas después de un largo periodo de reclusión voluntaria. Lo vemos recuperando sus sentidos y su imagen corporal después de tres años, tres meses y tres días de meditación en un paraje perdido de la región de Ladakh en el Himalaya. Lentamente va incorporándose a la vida e inicia la búsqueda de su sentido, encontrando posibilidades que no quiere ignorar. Uno de sus maestros le ayuda en esta decisión y le permite ingresar al mundo del deseo, experimentarlo, para más tarde renunciar a él como lo hizo Buda. Se da entonces un despertar de su vida sexual que lo lleva a seguir a Pema, una joven procedente de una villa cercana, por la que siente gran atracción y finalmente amor. Con ella se casa, tienen un hijo llamado Karma y trabaja la tierra, enfrentando a su lado todos los pormenores como individuo activo de una sociedad. Experimenta alegrías y satisfacciones, pero también rivalidades, desesperanza ante el incendio de los cultivos e infidelidad que lo sumen en un gran silencio. Se cuestiona el sentido y la utilidad de esta vida, y renuncia a ella de manera callada, emprendiendo el camino a su antiguo mundo. Pema sale en su búsqueda, lo encuentra y con su gran personalidad logra cuestionarlo severamente.
¿Será mejor permanecer en la vida terrena al lado de los seres que ama o regresar al monasterio para dedicarse a la vida ascética como única opción para encontrar la iluminación? ¿Es preferible escoger una ruta llena de variadas satisfacciones pasajeras o buscar aquella que proporciona la liberación de todo sufrimiento? La respuesta será dada por el espectador. Sin embargo, si nos atenemos al concepto budista encontraremos respuestas como la que aparece en el acertijo inicial. Aquí la gota es cada ser que estará libre de se seque o encuentre problemas y dificultades si regresa al mar (al todo, dios). Es decir, la gota y el océano forman parte de un mismo ser, están en la unidad. Por ello, consideramos que esta película es un cuestionamiento al Budismo, por cuanto la experiencia terrenal vivida por Tashi resquebraja la esencia de su doctrina, al tiempo que muestra que la iluminación es posible en las vivencias cotidianas, como lo expresó Pema. Lo tenaz de la vida es vivirla con su luz y su sombra; ella nos plantea continuos desafíos ante los que debemos optar por una decisión, esperando sea la correcta. Finalmente importa tratar de entender el mundo y la trascendencia del hombre en cualquier lugar que éste habite.
“Cualquier experiencia ayuda a hallar el camino”
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