Jusqu´à la gàrde es el
nombre en francés de esta película, primer largo metraje de
Xavier Legrand, que logra internarnos en una tortura psicológica donde entran
en juego el
suspenso y el terror. Inicia con un largo interrogatorio judicial en el que los abogados
esgrimen argumentos ante una juez sobre la custodia de los hijos de una pareja
divorciada, Antoine y Miriam. El
padre
quiere seguir viéndolos, sobre todo al
menor,
Julien, que solo cuenta con 10 años, pero hay razones para negársela:
maltrato y violencia con su esposa e hijos. La juez,
como no tiene pruebas de esta situación, al final acepta
la visita semanal del menor a su padre y lentamente empieza el espectador a
descubrir la verdadera identidad de este.
Antoine, que parecía tener la razón, de manera lenta e impetuosa empieza
a interactuar con el chico indefenso que no lo quiere, le teme y lo rehúye. Llevará al
niño a la casa de sus padres –donde vive- y compartirá con ellos ratos agradables.
Sin embargo,
cuando descubre que su hijo quiere faltar a su cita semanal y colabora con su
madre para estar lejos de él, desata su furia e arremete contra ellos de manera
violenta, cada vez más brutal. Mostrará su verdadero rostro y
en escenas como el cumpleaños de su hija –que ya inicia su mayoría de edad- en
la parte final de este filme, sentiremos el miedo y la
angustia a punto de estallar. El terror ha vencido y este personaje será la
muestra típica del padre violento y agresivo de todas las épocas y de todos los
lugares.
Es trascendental que un padre se
dé a su hijo y establezca con él relaciones satisfactorias, aunque el vínculo
con su madre esté roto y recurran a la separación. El director tiene claro que
esto no siempre sucede y que la violencia machista es una constante que carcome
muchos hogares en los que la Ley hace muy poco por ellos. Además, cuando el
sistema judicial logra evidenciarlos es incapaz de detectar a los maltratadores
y muchas veces en la mentalidad de los hogares y del mismo sistema se tiene la
idea de que es un problema privado. En este caso, Antoine ha ganado la batalla,
aunque manifiesta alteraciones en su salud mental como dificultades en el
afecto y la personalidad, con una celotipia marcada, y bastante inseguro y
agresivo. Así, cuando sale de su casa enfila sus baterías contra su esposa y es
el niño la principal víctima. Y aunque la historia esté bien llevada, el
espectador termina atrapado en esta dolorosa pesadilla, mezcla de drama social,
de thriller psicológico y de historia de
terror. Entenderemos finalmente el porqué del odio del menor y el silencio y la
huida constante de la madre. Ya no tendremos dudas y nuestra ansiedad se irá
apaciguando. De este modo, Legrand construye esta producción de manera inteligente
y reflexiva, aunque con escenas muy largas y prolongadas, que le dio los premios
a Mejor Director y Mejor Ópera Prima en el Festival de Venecia y el Premio del
Público al Mejor Filme Europeo en San Sebastián.
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